La moda del gluten free está cada día más presente en la sociedad. Cada vez son más los comercios y restaurantes que se solidarizan con las personas celíacas y que se conciencian sobre la enfermedad, ayudando así a mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. Alba Sánchez y Marga Carreras son dos de las múltiples personas que han notado que su entorno está más sensibilizado con el tema que hace unos pocos años atrás. Ambas detectaron que eran celíacas ya de adultas (Sánchez con 27 años y Carreras con 34), lo que les obligó a cambiar su forma de comer.
“Hace cinco años empecé a tener malestar por casi todo lo que comía. Al principio pensé que se podría tratar de estrés y que posiblemente no digería bien mi comida, pero enseguida fui al médico y, tras unas pruebas, me confirmó que era celíaca. Ipso facto, el gluten quedó prohibido en mi dieta”, cuenta Alba. Por su parte, Marga destaca el tiempo que dedica ahora a los fogones: “nunca antes había dedicado tanto tiempo a la cocina. Me encanta cocinar pero, a veces, el trabajo deja poco tiempo. Ahora me lo tomo con mimo y con otra filosofía, y soy yo la que cocina, tanto en familia como con amigos, para asegurarme que nada contiene gluten. Saco el tiempo de debajo de las piedras”, explica.
Las dos reconocen la nueva variedad de productos que ha llegado a sus supermercados en los últimos dos años. “Antes era complicadísimo hacer la compra”, sentencian. Pese a que todavía resulta toda una odisea salir a cenar fuera, también han notado que, en muchos lugares, los menús indican los alérgenos. Eso sí, también denuncian que “la banalización de las dietas sin gluten, que han puesto de moda gurús y falsos nutricionistas, puede comportar mayor riesgo de consumo de alimentos contaminados con esta proteína, al relajarse los protocolos de manipulación de estos productos”.
La Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE) ha calculado que una de cada 100 personas padece celiaquía y que el 85 por ciento de las personas todavía no está diagnosticada. Este sábado, coincidiendo con el Día Nacional del Celíaco, La Vanguardia ha contactado con la doctora de atención primaria Elisa Gómez, con el objetivo de desmitificar algunos conceptos equivocados sobre la enfermedad.
No es una enfermedad, simplemente es una intolerancia. Falso
“La celiaquía es una enfermedad autoinmune, crónica y sistémica. Esto último quiere decir que no solo afecta a nuestro intestino, sino que también puede afectar a nuestro organismo de múltiples formas, por ejemplo, desarrollando otras enfermedades”, explica la doctora.
“El hecho que sea autoinmune significa que las defensas del cuerpo atacaran al paciente, creyendo que el gluten es algo malo cuando en realidad no lo es. Si se trata de una intolerancia no se destruiría el intestino. Pero la celiaquía sí lo hace puesto que es una enfermedad”, añade.
Existen distintos tipos de celiaquía. Verdadero
No se debe confundir los tipos de celiaquía con los grados de celiaquía. No existen grados de celíacos, lo que existen son grados de lesión intestinal. Ningún celiaco es más celiaco que otro: el gluten les hace a todos el mismo daño en su intestino.
“La diferencia entonces se encuentra en la tipología: unos son sintomáticos y otros asintomáticos. Esto se traduce en que unos notan enseguida cuando ingieren gluten porque les sienta mal, y otros están carentes de síntomas. Pero el intestino sufre el mismo daño por igual”, explica. “También existe un tercer caso, que serían las personas que tienen la enfermedad latente, puesto que hay una predisposición genética, pero que no se manifiesta”, concluye.
Los productos sin gluten adelgazan. Falso
“Pese a que se suele hacer una publicidad contraria, los productos sin gluten suelen engordar bastante más que llevan gluten. Esto ocurre porque se elaboran con un mayor contenido de grasas, como la de palma y la de coco, además de contener importantes de azúcar, todo ello para que el producto final resulte más sabroso y comestible”.
“Resulta pues irónico que muchas veces se vendan como la solución ideal para perder peso, puesto que, en su gran mayoría, lo que tienden a hacer es lo contrario. No hace falta más que comparar dos paquetes de algún producto, en versión con y sin gluten, para darse cuenta de ello. Lo que pasa es que muchas veces nos olvidamos de hacer este ejercicio”.
FUENTE: Infobae